JORGE MAZZINI
(Productor, director y autor de teatro)
“EL FLAMENCO NO ES PARA SER OBSERVADO DESDE LA CABEZA. ES PARA SER DISFRUTADO DESDE LAS VÍSCERAS"
Jorge, ¿de dónde viene tu afición por el flamenco?
Es una buena pregunta, yo también me la hacía: ¿por qué me iba penetrando cada vez más? Soy un autor y un director con muchos años de experiencia, que hace unos 20 alterno con el género español.
Un día estaba preparando la versión de “Bodas de Sangre”, que dirigí en el Teatro Avenida hace unos años. Fue un espectáculo muy grande, con más de 60 personas en escena. Un hito para mi carrera y para el género. Haciendo una gran recorrida por toda la obra de Lorca, leí todas sus conferencias y sus escritos -que a veces uno no le presta atención- y me topé con una frase que me hizo ruido: “comprenderás bien al flamenco cuando descubras en él al rey moro”. Mi segundo apellido es Abdala, y tengo origen árabe. Y es a partir de ahí que entiendo. Me pegó fuerte.
¿Podríamos decir que Lorca te acercó al flamenco?
No que me acercó, sino que me clarificó porqué estaba en el flamenco. Yo llegué antes. Llegué con una puesta de “Yerma” en el teatro Cervantes en los años 90, que fue una apuesta en flamenco, que no coreografié, pero sí la dirigí.
¿Fue la primera obra que volcaste al flamenco?
Sí. Fue mi primera vinculación concreta con el flamenco. A partir de ahí vinieron un montón de propuestas, no siempre vinculadas a Lorca, y no siempre argumentales, pero siempre con un toque teatral.
Este fue un año en el que trabajaste intensamente con el género español.
Este año alterné bastante. Voy a terminar haciendo cuatro espectáculos en este teatro: dos de coplas y dos de flamenco.
A la copla es la primera vez que me acerco tanto. Descubrí que hay un reverdecer en ella, que está bien que así sea, porque era un género medio castigado, que surge en el franquismo. Y surge con una temática melodramática que apartaba a la gente de otras, que pudieran cuestionar al régimen de Franco. Sus artistas, sus poetas, los que representaron la copla, fueron bastantes castigados posteriormente. Fueron marcados. Como Lola Flores, que tuvo en su momento persecuciones. Pero que hoy en día haya artistas jóvenes que se estén dedicando a la copla, la ha puesto nuevamente arriba.
¿Cómo es la reacción del público?
Bien. Yo sabía que iba a convocar a un público mayor porque no tiene otras alternativas para ver esto. Mi interés era ver si empezaba a moverse un público de mediana edad. Y empezó a moverse.
¿Y para el público más joven?
El flamenco es el vehículo. Todas las experiencias que hemos tenido, incluso la de Lorca que vuelve a estrenarse ahora, ha movilizado por lo menos el 50 % de jóvenes. En el caso de “Flamenco”, la obra de García Lorca en un musical, convergen los dos públicos: el del teatro y el del flamenco. Unos vienen atraídos por Federico y otro por lo musical. Y se van los dos contentos porque se encuentran lo que venían a buscar. El espectáculo es completamente musical, tiene una interacción con actores y bailarines, pero no dejas de ver la obra de Lorca.
¿Jorgelia Amendolara es tu musa?
Yo recuerdo así: me llamó Julio Gallo hace muchos años, para hacer una puesta en escena de un fragmento de Carmen que se iba a hacer en el teatro El Globo, cuando estaban trabajando Jorge Luis y Conchita España. En el grupo de las bailarinas de Jorge Luis había una chica con mucha personalidad -y como buen hombre de teatro eso lo sé detectar rápidamente-. Había una coreógrafa amiga viéndolo, y le digo: “esa chica me gusta, me parece que tiene condiciones y hay que trabajar con ella para ver qué se puede hacer”. Yo elegí que fuera la protagonista de “Bodas de Sangre” cuando ella tenía 22 años, y todavía le faltaba mucho.
Fuiste su descubridor?
El talento era de ella. Yo la vi. Después hicimos más de dos años de entrenamiento diario de teatro, de las disciplinas, contemporáneo, flamenco, con un grupito en el que estaba ella. Obviamente lloró mucho porque había caminos que le costaba recorrer porque el tiempo de madurez no era el adecuado. Pero tiene recursos que no tienen muchas bailarinas. Cuando vos me decís si es mi musa, no lo sé. Pero ella entiende mi código y yo entiendo el de ella. Si venís a ver el espectáculo, y ves la Yerma que ella hace, te vas a dar cuenta de que aún teniendo la técnica, la técnica es el segundo plano.
¿Qué tan importante es la técnica para vos?
Yo sostengo -y esto es algo que no consigo que se comprenda bien-, que las señoras de Jerez que salen a bailar por bulerías y tangos naturalmente, no tienen que aprender nada. Lo tienen y lo transmiten. Si es sensual es sensual, si es jondo es jondo, es parte de ellos. El flamenco es enemigo del academicismo. Hay que ir a la academia si no tenés de donde mamarlo, pero hay que ir lo menos posible. Hay que aprender la técnica para olvidársela.
Y bailar con el sentimiento.
Yo acuñé una frase: “la técnica es la gramática de un idioma. Bailar es escribir poesía. Si yo no puedo escribir poesía no estoy bailando”. El flamenco no es para ser observado desde la cabeza, es para ser disfrutado desde las vísceras. Jorgelina es intensa, y es una gran bailarina que tiene méritos que no tienen otras.
Antonio Canales, por ejemplo, es un punto de inflexión en el flamenco. De lo que habla es de la internalización. Para mí no ha sido superado. Me importa la revolución que generó en el manejo de la música. El primer hito fue Gades, que descubre que hay que bailar el silencio. Y luego Canales.
¿Qué otros bailaores te gustan?
A mí me gustan Farruquito y Jairo Barrull. De las mujeres, lamentablemente, las dos más importantes Sara Baras y Eva la Yerbabuena, me resultan demasiado frías. Son muy inteligentes, muy cerebrales, muy bonitas, pero no me provocan nada. Ponen todos los pies, todos los sonidos, pero no significan nada.
¿Te parece que ha habido un progreso en los bailaores argentinos en los últimos años?
Muy grande. Hay más cantidad de gente bailando, y hay más formación técnica flamenca buena. Lo que siento es que los maestros no hacen incapie en las colocaciones del eje del bailarín. Hoy en día se descomponen las formas pero no saben desde donde se descomponen. Los jóvenes están bailando de una manera más recortada de brazos, buscando algo nuevo. Pero primero hay que saber las formas para romperlas. Porque si no, queda un mamarracho. Muchos creen que están bailando de forma moderna y están haciendo algo sin sentido.
Esta es la cuarta vez que se repone “Flamenco”. ¿Va a tener algo diferente?
Absolutamente no. Yo soy de los que considero que cuando los espectáculos han tenido un éxito, trato de no modificarlos. Si pasaron 15 años los reviso, por supuesto. Pero la verdad es que lo estoy viendo entero y me sigue gustando.
El teatro Astral te abrió las puertas para tus espectáculos. ¿Cómo es tu relación con la familia Gallo?
Lo conozco a Julio Gallo y me ha contratado varias veces. Pero este teatro está ligado a lo español fuera de mí. Ellos crearon “Por las Calles de Madrid” e hicieron muchas temporadas de Zarzuela. La gente le cree al teatro Astral en cuanto a lo español porque tiene una historia. En este momento está centrado en mí porque nos llevamos bien, porque creamos mutuamente. Estoy trabajando más estrechamente con Ricardo, el hijo de Julio, que es quien está a cargo de la producción del teatro. Tenemos una buena empatía y ganas de seguir trabajando juntos.
El musical “Flamenco” se estrena el 9 de noviembre a las 21 hs en el Teatro Astral, y seguirá durante todo el mes de jueves a domingos.